Estudios en gemelos «sugieren que hasta el 25% del optimismo puede ser genético o heredado, lo que implica que hasta un 75% es modificable«. Es decir, el margen de maniobra es grande. Así que si quieres despejar la nube negra que pende sobre tu cabeza, estas recomendaciones pueden ayudarte.

1 – Reconoce tu problema: Analiza si usas con frecuencia frases como ‘a mí siempre me pasa esto, es mi culpa, o me voy a sentir siempre así’, cada vez que pasa algo malo. Debemos estar dispuestos a cuestionar esta forma de pensar cuando la vemos y preguntarnos si pueden haber sido circunstancias fuera de nuestro control las que hicieron que nos pasara algo malo.

2 – Practica la gratitud: Tomar conciencia de las cosas positivas que existen en tu vida te hacen sentir más esperanzado de que habrá cosas positivas en el futuro. Escribir regularmente «cinco cosas por las que estamos agradecidos o enviárselas por texto a un amigo si quieres un mayor nivel de responsabilidad. Este simple ejercicio puede ayudarnos a cultivar una actitud mental más positiva.

3 – Reconoce lo que pasa en el mundo y no puedes controlar: Si bien hay mucho espacio en torno a lo que podemos hacer respecto a nosotros mismos, es cierto que a veces es difícil no perder el optimismo frente a lo que pasa en el mundo, y es completamente ajeno a nuestro control.  La crisis ambiental, los conflictos bélicos, los femicidios y muchos otros problemas son para muchos fuente de angustia y desesperanza. Es importante saber qué es lo que pasa en el mundo pero no logramos hacer nada sintiéndonos mal por ello. También hay que aprender a rescatar dentro de lo malo lo que hay de positivo, como por ejemplo en medio de la guerra en Ucrania, los gestos de generosidad de las cientos de personas que se acercaron a la frontera —algunos incluso desde España, recorriendo miles de kilómetros, cuenta Rojas-Marco— para ir a ofrecer su propia casa a los refugiados que huyeron de su país. Eso da esperanza. Y cuando una persona es testigo de un acto generoso de otra persona, tiende a querer repetirlo. Eso acaba formando una cadena humana de generosidad, de empatía, que es lo que estamos viendo ahora».

 

Fuente: BBC