Para cualquier puerto o zona portuaria es un problema de grandes proporciones estar bajo amenaza operativa por condiciones laborales. Pero el escenario global logístico actual lo hace aún más duro. Recién saliendo de las disrupciones causadas por la pandemia, donde la costa oeste de Estados Unidos acaparó titulares durante dos años por su intensa congestión portuaria, y en medio de un ‘desplome’ de las tarifas de fletes que han caído estrepitosamente desde los altos valores apreciados durante la fiebre de consumo del Covid-19, paralizar operaciones pone en jaque a un sector que ha estado bajo marcadas presiones durante mucho tiempo, poniendo a prueba tanto su capacidad de resiliencia como su habilidad para recuperar la confianza de usuarios que cambiaron sus itinerarios incluso hacia otras rutas, ya que las recaladas en la costa oeste de Norteamérica ya no son rentables.
Fuente: Mundo Marítimo